miércoles, 3 de septiembre de 2014

Tormenta de alegría.

"No desfallezcas si no me encuentras pronto. Si no estoy en un lugar, búscame en otro. En algún lugar te estaré esperando."
Tal vez sea una de las mejores citas que se pueden sacar al leer a Whitman. Todos hemos pasado por ese momento en el que no sabemos si estamos en el sitio correcto o en el momento adecuado. La felicidad, el amor, la amistad, son virtudes que juegan a esconderse muy cerca de ti, pero llevas los ojos vendados por la traviesa tristeza, la pícara envidia, el detestable odio. A veces el amor te habla al oído y al volverte lo que ves es una fría parada de autobús; pero mira bien, ya que numerosas historias de amor comenzaron resguardándose de la lluvia bajo una marquesina.
Con la amistad es diferente. Su manera de aflorar es más directa y muchas veces se define en el choque de dos vasos seguido de un chiste malo. La forma de distinguirla, en cambio, es decepcionante. Debes haber sentido en lo profundo el significado del dolor, cerrar los ojos de llanto y al abrirlos, descubrir el grado de amistad que te protege, siendo el mejor alivio en la quemadura de tu sangre.
Y llega la felicidad, la consecuencia de lo nombrado, el trueno después del rayo. Surge al segundo del flechazo y al instante del tintineo de los vasos. Con palabras no se explica como llega ni en que forma, pero en la cara notas que algo se acciona, como si se despertase algún músculo escondido y se echase una carrera en las comisuras de tu boca, dándote un momento único e imposible de dejarlo ir.

Ponle truenos a tu vida electrificada por sus rayos.  ;)

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